Se vienen dos rumores… y no se pueden creer. A) Tristán Bauer sería el reemplazante de la señora de los renuncios, doña Rosario Lufrano, en Canal Siete, la televisión pública. B) En la Argentina tendremos un canal estatal de noticias. Si el buen hombre que encabezó la más imaginativa apuesta de la televisión argentina en las últimas décadas llegara a tomar las riendas del edificio de Figueroa Alcorta, quizás el periodismo y el deporte se lo agradecerían. |
Oficialismo y confusión
Descontando la dictadura periodística de 7-ATC 1976-1983, ¿Qué ha sido, en la democracia, el periodismo y el periodismo deportivo en canal siete sino una comedia?
A los investigadores puntuales de nuestra TV debe costarles trabajo encontrar buenos programas y buenas ideas en los archivos estatales (y casi prohibidos) del canal que más nombres cambió desde su fundación.
Hay imágenes que serán imperdibles. Mientras la “crisis del campo”, Canal Siete dedicó buena parte de sus coberturas a transmitir torneos de básquetbol o entrevistas inapetentes y fastidiosas mientras en el país se vivían los episodios ardientes de la rebelión del egoísta “pueblo rico” de las 4 x 4.
No era haciendo megaoficialismo ni aplicando la censura y los silencios cuasiestalinistas como el noticiero del siete lograría ser, alguna vez, creíble.
Tampoco en el deporte, pagando derechos por televisar Fórmula Uno, NBA, o dando preferencia a programas de rugby. No alcanza con televisar un miserable partido de primera división, los viernes, para combatir el monopolio de Torneos-Clarín.
Si el gestor del canal Encuentro, o alguien con modestia y libertad, no se engañan, podremos gozar de una propuesta que todos los periodistas anhelamos:
-Un canal que cuente aquello que le ocurre al pueblo y no la agenda que impone la Casa Rosada o el grupo monopólico de la calle Piedras.
-Un canal con variados programas de información y discusión política, donde valga por igual la voz de todos, especialmente el de las mayorías acalladas y el de las minorías perseguidas.
-Un canal con más periodistas de investigación, más periodistas críticos, más periodistas preparados, más periodistas lectores.
-Un canal que no se preocupe tanto por “televisar competencias” sino por hacernos entender qué pasa detrás del deporte profesional y sus negocios.
-Un canal cuyo archivo esté a disposición de todos los documentalistas y periodistas del mundo, dispuestos a mostrar las imágenes de una historia que nos pertenece a todos y no a unos privilegiados de la TV.
-Un canal liberado de los manejos patoteriles de un par de sindicatos burocratizados, la Utpba y el SAT.
-Un canal que entienda que, con la caja y los recursos que posee, puede modificar su programación hasta convertir en brillantes todos sus contenidos.
Los aciertos últimos (modernizar equipos, ampliar repetidoras, preocupación parcial por la calidad y no por el rating) necesitan, ahora, la felicidad de un debate para brindar respuesta al interrogante más viejo (¿cómo lograr un buen canal?) y al más nuevo (¿la experiencia de Encuentro puede trasladarse al 7?)
En días más, Canal Siete será eje de la transmisión de los Juegos Olímpicos. Allí tendremos un ejemplo: o imágenes por satélite y diez panelistas “especializados” hablando de más de lo mismo, o un giro completo que permita saber a los argentinos la verdad de cada deporte (por ejemplo, quién es el presidente del Comité Olímpico Argentino, cuáles son los laboratorios del doping) y las escondidas tramas de una China capitalista, explotadora, censuradora y represora que, además, se llena la boca y los bolsillos, en nombre de un socialismo que nunca practica.
